
En 932 ofició la tercera boda de su madre en Roma (un sueño de muchas madres el que sus hijos las casen) el afortunado era Hugo de Arlés, rey de Italia (esa mujer no se andaba con cualquiera) esto enfureció a su otro hijo, Alberico II o Alberico el Joven, fruto de su primer compromiso; el muchacho originó una rebelión que acabaría con el dominio de su madre detrás del asiento de San Pedro; el castillo de San Angelo fue el lugar donde pasó el resto de sus días, ahí también fue recluido Juan XI, último lugar que conocería; desde entonces el hijo de Alberico I gobernará la política eclesiástica (León VII, Esteban VIII, Marino II, Agapito II y Juan XII) como lo hizo su madre en antaño.